No sé en qué momento todo empezó a cambiar, no sé en qué instante todo fue muriendo: murió el tiempo, las ganas, las horas, los planes, las salidas, todo fue muriendo, menos el cariño por ti, LEE BIEN, ese se mantuvo latente.
Hoy no te culpo de lo que me pasa, porque sé que en parte soy culpable, mi ego, persistencia, mi decisión hacia ti hizo que por más que hubiese un obstáculo, me aferrara a lo que alguna vez fuimos, a lo que una vez nos dijimos, y al incesante desosiego que siempre, a pesar de las circunstancias, nos terminaba volviendo a unir de manera casi irrevocable y misteriosa.
Es inevitable que no lleves algo de mí, es imposible que lleve solo recuerdos de ti, aun te siento en carne viva en mi corazón, aun deseo estar contigo, volver a ser testigos de los atardeceres, volver a compartir un regazo, fundirnos en un abrazo lleno de suspiros, aun deseo quererte mujer, LEE BIEN, aun…
Sin embargo, sé y entiendo que has emprendido en otra barca, y me has dejado en la orilla de mis mares, te veo partir más segura, más decidida, más atrapante a cómo llegaste a mi tierra, me da felicidad porque sé que junto a mi lograste moldear y alcanzar una versión mejorada de ti, LEE BIEN, no me atribuyo ese logro, pues es totalmente tuyo, pero llevas semillas, horas, consejos, experiencias, recuerdos y vivencias mías, esas que en parte aportaron al maravilloso ser que hoy eres.
Desde mi orilla te veo partir, deseando lo mejor para ti, esperando que los vientos te lleven al destino que quieras, a otra isla que te pueda brindar la protección y cariño que yo te daba, igual mejoraré mi morada, fortaleceré mi fuerte para esperar una nueva huésped, y si en algún momento el viento te regresa cerca de esta tierra fértil, está segura que verás a la distancia o cerca de ella, un refugio mejor al que hoy dejas, pues ya estoy en reconstrucción, LEE BIEN: en construcción, pues tu huracán dejó todo destruido.