Hay
cosas que duelen terminarlas, relaciones que al ser inconclusas mantienen
siempre la ilusión del día a día, la breve línea del saber si sobrevivirá o si
por el contrario tendrá una fecha de caducidad. Cansa y a veces hasta duele,
pero tiene intrínseco ese condimento del incógnito que lo hace atrapante,
seductor y hasta pasional.
Hay
que saber jugar y hay que saber cuándo se dicen y se omiten cosas, hay que no
confundirse y no hay oportunidad para un mínimo error, hay que enamorarse en
silencio y aprovechar cada encuentro como si fuera el ultimo, no hay que planificar,
porque lo más seguro es que se sufran decepciones y lo que es peor, hay que
engañar para ocultar en muchas ocasiones la verdad de lo que se siente.
En
este tipo de vínculos, la felicidad llega de momentos, la compañía tiene un límite
y la soledad siempre se termina posicionando en el trono. Se sueña, se ilusiona, pero con los pies en la tierra. Se miente, se quiere, pero el objetivo primordial
es nunca demostrarlo y casi menos que decirlo.
Dicen
que estas relaciones cuando tratan de formalizarse no funcionan, eso es algo
que no puedo asegurar pero que me gustaría comprobar, siento la necesidad de
"vivir para contarlo", pero el miedo a que esto termine es más fuerte
que la ilusión que se desea vivir. Pienso
que el día que los dos sientan algo lo suficientemente fuerte para romper lo instantáneo
y tratar de convertirlo en eterno, entonces pasará lo impensado, ocurrirá lo terrorífico
y se vivirá por fin la realidad que siempre estuvo guardada en el globo de la
fantasía, y si se siente temor, si se siente miedo, entonces es porque vale la
pena, porque si nuestras metas y objetivos no nos asustan entonces es porque
sencillamente no apasiona o no te interesa.
Con
esto se infiere que el miedo no es un factor del todo negativo, el miedo es la
respuesta de lo incomodo que sería perder eso que tanto deseamos, el miedo
puede ser la respuesta misma que te haces internamente si verdad quieres seguir
siendo un instante o algo más en la vida de una persona.
Pasar
la página es algo que aunque se sabe que es lo mejor, siempre termina la
ilusión tomando el papel protagónico de que algo puede pasar, de que quizás
algo más se pueda dar, que tal vez se pueda, se pueda cumplir la fantasía. Ojala pueda contarlo...
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